Clínica inmanente

Clínica es un vocablo que proviene del griego kliniké, que significaba la práctica médica de atender al “acostado” (en cama). La palabra griega kline significa “yazgo” o “estoy acostado”, en idéntico clamor de atención ante la presencia de la enfermedad y la necesidad de salud. La persona, el individuo, el ser humano, que paciente es hospedado (generalmente en una cama) y que yace en espera de la atención médica en un recinto determinado. La clínica afianza su razón de ser como respuesta a la necesidad de sistematizar los signos y síntomas de las distintas enfermedades, tratando de comprender su origen y decurso, para poder aliviar o curar a quien los manifieste.
No hay hospital sin el quehacer de la clínica, sin la dinámica que le es inherente, sin la puesta en práctica de los contenidos de la medicina en prevenir, diagnosticar y tratar la enfermedad. Es una práctica inmanente, en el sentido aristotélico, que no depende de otra circunstancia pues le es propia como ente. El ejercicio de la clínica es aún intrínseco al hospital contemporáneo; y significan similar concepto y subsecuente función.
La clínica requiere una dinámica para expresarse adecuadamente. Nos referimos a los diversos protocolos que se organizan y donde profesionales de la salud propician la atención a pacientes. La denominada dinámica clínica es el conjunto de quehaceres dentro del hospital que le otorgan su esencialidad de propósito como institución sanitaria. El hospital, sea cual fuere su tipología, orienta su dedicación a la atención médica mediante dicha dinámica, bien sea en forma ambulatoria en el hospital de día o por medio de la internación; sea de la dependencia estatal, privada; de alta, media o baja complejidad; con fines de lucro o sin él, declarados en sus objetivos institucionales, abierto a toda la comunidad de su área de influencia o circunscrita su admisión a un sector de ella. En la mayoría de los hospitales se observará una dinámica que facilita el ejercicio sistemático de la clínica en la atención a los pacientes.
La dinámica clínica es expresión móvil, no estática, con niveles exigentes de profesionalidad en una delicada misión que le concierne: cuidar y curar al ser humano que enferme -o evitar que enferme- y, en consecuencia, restaurar la salud mediante el abordaje de la enfermedad. En tal sentido la clínica hospitalaria se circunscribe a un conjunto de elementos humanos y materiales organizados adecuadamente para proporcionar asistencia médica eficaz y oportuna, en la prevención, curación y rehabilitación, a una población definida, en las condiciones de máxima eficiencia y de óptima viabilidad socioeconómica.
Hospitales. Tipologías
Tipologías | Caracterización |
Cobertura | Generales, específicos o sindromáticos |
Niveles de atención | Amplitud de atención: niveles 1, 2,3,4 |
Complejidad | Capacidad resolutiva: alta, media, baja |
Nº Camas | Operativas: grandes, medianos, pequeños |
Horarios | Diurnos o de funcionamiento 24 horas |
Financiamiento | Públicos, privados, mixtos |
Academia | Universitarios, institutos especializados |
Por lo demás, la clínica es una suerte de lucha denodada por reconocer la enfermedad lo más precisa y prontamente posible para poder aplicar el tratamiento más eficaz que exista y más oportuno que se pueda. En el recinto hóspito (cuando no inhóspito) confluyen las cargas de necesidad de salud cuando la enfermedad asalta el equilibrio que supone vivir. Y allí, en el ejercicio de la sensatez de la persona que es paciente de querer ser curado, deberían estar los conocimientos, vertidos en capacidades para intentar retornar la salud ante la enfermedad o producir alivio si esto último no es posible.
En el hospital se asume también la clínica para atender lo traumático, lo súbito, lo inesperado, lo intensivo, que se reúne en espacios para la emergencia o la urgencia. La urgencia constituye una de las puertas del hospital. Aunque el ingreso al hospital puede hacerse por otras puertas, la de emergencia es inequívoca y culturalmente una de las más utilizadas. El hospital para atender el trauma, lo ineluctable, lo resolutivamente quirúrgico, en aras de salvar la vida, ha crecido exponencialmente en el s.XX y ocupa lugar distintivo en las razones que explican al hospital general contemporáneo.
Las urgencias o emergencias de los hospitales constituyen el anclaje clínico de actuación impostergable e ineludible de la medicina y que ratifica la misión del nosocomio ante la sociedad. Imposible imaginarnos hoy su no existencia sin que acuda cierto desasosiego. El yacer del paciente en la cama hospitalaria, en el silencio o quejido, en cambio, es el símbolo más divulgado de la hospitalización. Desde la consulta externa, lo programado, lo referido que se ingresa al hospital, acaso más para lo importante que para lo urgente y que reúne en sus espacios lo hospitalizable, lo tratable desde el mínimo sosiego del estudio, lo que se aborda como inexplicable trastorno, es el sustrato donde se hace necesaria la hospitalización. Este hospital que interna al paciente resume la complejidad del propósito de afrontar la enfermedad y recuperar la salud en un contexto más sosegado, pero no menos crucial. Convergen en él diversos profesionales sanitarios en praxis de interdisciplinariedad como rasgo distintivo del hospital contemporáneo.
La tendencia a configurar los denominados equipos de salud interdisciplinarios, los cuales suele liderar el médico a cargo de un programa clínico especializado, es una característica notable del hospital contemporáneo, a diferencia del solitario y hermético galeno que recorría y atendía todas las salas del hospital y que tuvo vigencia hasta bien entrada la edad moderna. Profesionales sanitarios de la medicina, enfermería, fisioterapia, bioanalítica, psicología, de las técnicas de apoyo sanitario y otros médicos de ámbitos híbridos o de microespecialidades, confluyen en el propósito común de prestar atención al paciente hospitalizado.
Significado de quehaceres en el nosocomio
Quehacer | Significados |
Servicio sanitario | Sitio para enfrentar la enfermedad y procurar la salud. Acudo si estoy enfermo y/o quiero estar sano. |
Dinámica para la clínica | Procesos para conjugar los verbos cuidar y curar: Ingreso o admisión; hospitalización o internación; egreso o alta médica. |
Metódica para afrontar la enfermedad | Diagnóstico, pronóstico, tratamiento. La ciencia reside en el hospital. Objetivar las evidencias para poder curar. |
Relaciones clínicas | Interrelaciones diversas entre paciente y profesionales sanitarios, éstos y familiares. La vulnerabilidad ante la enfermedad. |
Responsabilidad de personas | Ámbito deontológico de actuación: historia clínica, consentimiento informado, bioética, biojurídica. |
La muerte | La frecuente, la insoslayable. Lo inconmovible de proseguir ante lo que cesa. |
El hospital contemporáneo, bien sea en el abordaje de urgencias o en la internación, tendrá en el ejercicio de la clínica uno de sus ejes vertebradores. En cualquiera de sus versiones, la clínica, sea virtual o presencial, se ocupará primordialmente de intentar curar, cuidando. El hospital para lo clínico es un escenario donde la enfermedad arremete y amenaza la vida y ante ello es preciso actuar. En esa actuación, en la sólida formación y conducta responsable y ética, unas personas (profesionales sanitarios) atienden a otras personas (usuarios, consumidores, clientes, pacientes, enfermos) en el hospicio de siempre, hoy rejuvenecido arquitectónicamente (en algunos casos, en otros desvencijado) en la ya milenaria función.
La clínica hospitalaria para que se exprese o funcione y, además, sea útil a sus destinatarios de ejecución, pacientes, requiere, del establecimiento de una dinámica para dicha clínica. El funcionamiento entonces de la clínica en el hospital contemporáneo, nos encuentra con una tríada necesaria de procesos intrahospitalarios para que se ejerza. Destacamos tres procesos característicos de la denominada dinámica que ocurre en la casa donde se atiende al enfermo de su padecimiento.
Cabría acotar que esta tríada de actividades ostenta cierta permanencia en el tiempo del quehacer clínico, tras no pocos cambios y transfiguraciones, de criterios, valores y requerimientos. En la dinámica hospitalaria de hoy, el ingreso, por ejemplo, era la labor caritativa del fraile de ayer ante la evidencia del menesteroso por ser atendido; la hospitalización es el hospedaje de otrora o la estancia de fe cristiana de antaño; el egreso o alta médica frecuentísima de los hospitales contemporáneos era el encomendamiento a Dios cuando no la defunción en los hospitales caritativos del medioevo.
Un enfermo típico del s.XVIII, atendido por un médico clínico de la época, no tenía mayores probabilidades de mejorar su situación de salud. Las probabilidades eran pocas. No porque no lo quisiera, ni por ineficacia, sino porque los recursos con que contaba eran escasos. Justamente gracias a los avances y cambios hoy sabemos mucho más y disponemos de un amplísimo conjunto de posibilidades para anteponer a las afecciones de salud. Y estas posibilidades se deben, en gran medida, a sus aplicaciones en la dinámica aludida para que pueda materializarse la clínica dentro del hospital.
El sujeto que coordina la dinámica clínica en el hospital ha sido por antonomasia el médico en una interrelación con el otro sujeto, el denominado paciente. Todos los momentos que conforman el trípode de la dinámica para la clínica deben ser atendidos por equipos interdisciplinarios de profesionales sanitarios debidamente competentes y autorizados, no sólo con formación y observancia deontológica, sino sensibilidad social y particularmente psicológica, en virtud de la situación de vulnerabilidad psico-física que afecta al paciente desde que pisa el hospital.
La misión del profesional sanitario, por su particular propósito, no sólo amerita experticia clínica y solvencia deontológica, sino también de la inmersión en aspectos inherentes a la socialidad, lo cultural y lo psicológico del paciente. Ámbitos, por ejemplo, de lenguaje y comunicación, de eticidad y valores; de motivación y voluntad, de empatía y prudencia, de sensibilidad y respeto, de responsabilidad y justicia. En un escenario cada vez más interdisciplinario el clínico de hoy debe considerar en su meta-fin significativa de curar la observancia de su propia justificación humana, haciendo pertinente, en consecuencia, el propósito esencialmente humanista de la institución hospitalaria. Comenzamos la mirada por el ingreso o admisión, para seguir con la hospitalización o internación y luego el egreso o alta médica.