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Cama clínica

El otro recurso que acotamos vinculante y testimonial de la dinámica clínica, especialmente en el intervalo de hospitalización, es la cama del hospital. Relevante para estimar los costos hospitalarios, la cama se refiere al mueble que dentro del hospital sirve de uso del paciente, particularmente el hospitalizado. Todavía, pese a las voces que anuncian al futuro hospital smart sin camas, no se concibe una dinámica intrahospitalaria contemporánea sin la utilidad que para la atención a un paciente ofrece la cama.

La cama de hospital proviene del hospedaje de reposo que se ofrecía a viajeros, peregrinos, huérfanos y menesterosos desde el medioevo. Su uso imprescindible en el hospital, fue simultáneo al surgimiento de otros tipos sociales de alojamiento con los que se confundían los hospitales: asilos, hospederías y hospicios.

Su evolución puede circunscribirse a cuatro etapas: la instintiva, que en realidad era un lugar para recostarse y cobijarse de la intemperie, con pieles de animales o follaje de plantas; la artesanal, que constituyó la cama rudimentaria y pesada de madera, pero que ya incorporaba medidas y elementos de relativo confort; la técnica, que mejora aspectos de uso y peso, incorporando aditamentos que permitían movimientos oscilatorios mediante dispositivos mecánicos y automáticos; y la electrónica, que incluye programaciones capaces de dirigirse de manera digital que permiten diversas posibilidades de confort y autonomía, especialmente dirigidas al bienestar del paciente.   

Aún en todos los países occidentales y en la mayoría de las publicaciones especializadas, la cama es la unidad básica de medida de un hospital, que sirve no solo de lugar de reposo del paciente hospitalizado, sino que también es útil para determinar la inversión que debe realizarse en un determinado nosocomio. El costo de la hospitalización por cama y por día aún aporta datos imprescindibles para establecer la viabilidad operativa del nosocomio. La cama de un hospital es quizá el recurso físico más conocido y utilizado en los servicios sanitarios que ofrecen cobertura de hospitalización: originan egresos hospitalarios, generan información estadística y censable sobre días-cama y sirven para reposo insustituible en el paciente convaleciente que afronta la enfermedad en afán de recuperar la salud. El indicador camas de hospital por habitante, puede variar de acuerdo al lugar, enfermedad a tratar, tiempo, concentración demográfica y condiciones socioeconómicas.

Por la cama de hospital ha sido posible, a lo largo de la historia sanitaria, una de las formas de organización más notables para permitir la dinámica para la clínica través de sus definiciones y su uso. Se atestiguan a través del antiguo objeto datos que posibilitan la vigencia misma del hospital: camas de hospital por mil habitantes, número de camas de hospital, costo día-cama, trabajadores por cama, porcentaje de ocupación, número de metros construidos de hospital por cama censable, cama abierta (en uso por un paciente), cama cerrada (no ocupada), morbilidad y mortalidad hospitalarias.

Desde mediados del s. XX la cama hospitalaria, como el recinto que la alberga, han sufrido cambios considerables. De la cama de modelo único del s.XX se ha pasado a diseños cada vez más sofisticados que procuran esencialmente comodidad al paciente y eficiencia al servicio asistencial. De la cama para todo uso, se ha pasado a la cama especializada: radiológica, obstétrica, gastroenterológica, pediátrica, psiquiátrica, hiperbárica, ortopédica, geriátrica, de terapia intensiva, de emergencia, de cuidados paliativos, de masajes, térmicas, post neuroquirúrgicas.

En muchos hospitales contemporáneos existen dispositivos que permiten que la cama gire 360 grados, vibre, se haga más alta o baja. La tendencia a utilizar las denominadas camas-robots, comandadas por computadora, permite realizar tareas como movilizar, transportar y pesar pacientes, además, facilitar el baño, la movilidad y la independencia de los mismos, mejorando acciones susceptibles de aumentar la calidad de la atención y el nivel de productividad en las salas de hospitalización. Lo más difícil de asumir de estas camas-robots es aún su precio, que, por lo elevado, impide que muchos hospitales la incluyan en su cobertura de servicios.

El andamiaje de la industria de la medicina puesta al servicio de lo veloz, lo rápido, asegura para muchos la reducción de la importancia de la cama en el hospital. El número total y proporcional de camas disminuirá, aseguran, debido, por ejemplo, a la presencia cada vez más significativa de servicios ambulatorios como el hospital de día; a la cada vez mayor demanda de cirugías programadas como mínimamente invasivas y, por tanto, con reducción notable de tiempos postoperatorios intrahospitalarios; a la tendencia a desplegar modelos de hospitales en domicilios del pacientes, especialmente en cuidados paliativos; y a la convergencia creciente de terapéuticas extrahospitalarias teledirigidas. Estas realidades de cambio en la dinámica clínica pueden ser determinantes en el funcionamiento de los hospitales y afectar la importancia histórica e insoslayable que ha tenido la cama del hospital.

Muchos otros sostienen que la cama del hospital seguirá siendo, durante algún tiempo más, un recurso importante, que, en su vigencia e incorporando plenamente la tecnología digital, se adecuará a las necesidades particulares fisiológicas y patológicas de los enfermos, y a los procesos de atención de los profesionales sanitarios y los prestadores de servicios hospitalarios, procurando siempre durabilidad, confort, calidad y seguridad.

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