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Hospitalización o internación

La hospitalización es el trayecto de la estancia del paciente dentro del recinto hospitalario. En sala yace y aguarda el paciente por correcta, oportuna y eficaz atención sanitaria. La hospitalización o internación es usualmente coordinada por el médico tratante o encargado del caso, con la participación colaborativa de equipos de salud conformados según sea el caso que se atiende. Se colige que debe atenderse la patología mediante la acción clínica coordinada que resuelva la situación de salud alterada. 

La enfermedad es tratada en el hospital bajo regulaciones establecidas en protocolos, normas, códigos y resoluciones, de universal aceptación en ámbitos internacionales y nacionales, que varían en su aplicabilidad de acuerdo a la evidencia registrada en otros hospitales o por experiencias médicas propias, debidamente informadas.     

Cuando se hospitaliza a un paciente se activan una serie de protocolos, guías, normas, resoluciones y códigos que deben cumplirse puntualmente so pena de caer en zonas de riesgos inadmisibles en la integridad biopsicosocial del sujeto hospitalizado. Las disposiciones acotadas pueden variar de un hospital a otro, de acuerdo a su vez a los niveles, complejidad y capacidad de respuesta de los mismos. Los profesionales sanitarios son los responsables de asegurarse del cumplimiento adecuado de pautas comúnmente aceptadas en la atención de los pacientes hospitalizados. En dicho cumplimiento surge la interdisciplinariedad como ámbito-fuerza de trabajo hospitalario que, a su vez, sirve de bisagra de cohesión y soporte de funcionamiento del concepto de hospital complejo contemporáneo.

Los hospitales forman parte de sistemas de salud de mayor o menor complejidad derivados de políticas públicas sanitarias que elaboran los gobiernos de los Estados. Constituyen un apéndice de dichos sistemas y estos generalmente se conciben como subsistemas orientados a garantizar la cobertura en atención en salud de la población. En el interés sanitario descrito la estancia hospitalaria precisa niveles de atención al paciente. El primer nivel de atención sanitario es de carácter ambulatorio y generalmente no se presta en el hospital, siendo derivado a centros de salud comunitarios. El segundo nivel compete a los hospitales y se denomina Atención Especializada y comprende actividades asistenciales, diagnósticas, terapéuticas y de rehabilitación y cuidados, así como aquéllas de promoción de la salud, educación sanitaria y prevención de la enfermedad, cuya naturaleza aconseja que se realicen en este nivel.

La atención especializada garantizará la continuidad de la atención integral al paciente, una vez superadas las posibilidades de la atención primaria y hasta que aquél pueda reintegrarse en dicho nivel. De la atención especializada surgen otros subniveles relacionados con la atención de urgencia o emergencia que se presta al paciente en los casos en que su situación clínica obliga a una atención sanitaria inmediata. Se dispensará tanto en hospitales como fuera de ellos, incluyendo el domicilio del paciente, el tiempo que se considere necesario, mediante la atención médica y de enfermería domiciliaria. Igualmente se considera la resolución quirúrgica de emergencia como perteneciente al nivel especializado, cuyos niveles de complejidad requieren de la atención especializada.

Otro de los niveles que aún se contempla en el hospital contemporáneo es la Atención Sanitaria que comprende el conjunto de cuidados destinados a aquellos enfermos, generalmente crónicos, que por sus especiales características pueden beneficiarse de la actuación simultánea y sinérgica de los servicios sanitarios y sociales para aumentar su autonomía, paliar sus limitaciones o sufrimientos y facilitar su reinserción social. Se trata, además de proteger a la sociedad de enfermedades de déficit ambiental yo pandémico, mediante la instrumentación de políticas de promoción, prevención y control de epidemias y control de vectores propiciadores de enfermedades, de repercusión en las comunidades.

El hospital funge también, particularmente en los hospitales generales, de centro de actividad funcional en servicios de farmacia, rehabilitación ortoprotésica, nutrición clínica y transporte sanitario (ambulancias). Estas actividades forman parte de agregados relativamente recientes a la fisiología del hospital contemporáneo, pues también se desarrollan en otros centros o espacios sanitarios. Si bien la tecnología nos ha dado mucho más de lo que nos quita, se tiende a pensar que a mayor capacidad técnica de un hospital habrá más salud. Que, con recursos suficientes, humanos y técnicos, pueden curarse todas las enfermedades. 

Subyace en la actualidad cierta sobrestimación por la capacidad de las instituciones sanitarias de producir resultados positivos ante la enfermedad. Con frecuencia se olvida que lo que conocemos por enfermedad, los epidemiólogos saben que es el último episodio de un proceso que comenzó mucho antes, y que tiene que ver con factores no sólo biológicos, sino psicológicos, educativos, sociales, con consecuencias en los deseos, aspiraciones y proyectos de las personas, pues salud y enfermedad coexisten en cada ser vivo, simbiótica o patológicamente. En este sentido se establece un primer dique de contención al fragor de la referida sobrestimación de los hospitales, inmersos en la vorágine tecno-médica, que supone que todo se podrá frente a la enfermedad:
La concepción de la salud y la enfermedad como procesos, convoca en la inquietud de intentar comprender las relaciones de complejidad humana que se evidencian en la dinámica que emerge del proceso de hospitalización. Contribuye a la sobrestimación aludida el impresionante desarrollo tecnológico que observamos. Hasta bien entrado el s. XX la tecnología médica al servicio de la hospitalización era más bien escasa, sencilla y de bajo costo. El diagnostico era fundamentalmente basado en la clínica observada al paciente y el tratamiento médico estaba constituido por medicamentos básico y sus derivados simples.

En la actualidad el hospital dispone de numerosos recursos de enorme complejidad que se engloban bajo la denominación de servicios especiales de diagnóstico por imágenes y tratamientos a distancia, profundizándose la división de especialidades médicas características en el s. XX hasta las subespecialidades y microespecialidades que copan los servicios que ofrece el hospital. El paciente es tratado por varios médicos, siendo escasas las atenciones al paciente por un solo galeno. La microespecialización, que ha sucedido a la subespecialización y especialización respectivamente, como tendencia médica contemporánea se observa también en otras profesiones de la salud, como la enfermería, la psicología y la bionalítica. 

Cabría recordar también, como señal inequívoca de las realidades aludidas, que en el pasado el hospital funcionaba en el ámbito de su propia planta, desconectado de otros organismos asistenciales y actualmente gracias a la generalización del concepto de sistema regionalizado de atención o modo de red, ha llevado a que los hospitales sean los principales efectores de la estructura sanitaria con diferentes niveles de complejidad con una interconexión funcional. El hospital contemporáneo se ha reconvertido desde un organismo aislado y a la espera pasiva de demanda, en una institución dinámica con iniciativa para realizar y coordinar funciones inherentes y concomitantes más allá de sus propias estructuras físicas, especialmente aquellas necesidades de atención médica relacionadas con el ejercicio de lo clínico.

La hospitalización como decurso aspira una meta-fin que implica la recuperación de la salud del paciente.  La derrota, aún parcial de la afección, supone la ratificación de la pertinencia social de las profesiones sanitarias. Lo contrario es una debacle que confirma lo humano de la ciencia al servicio del propio ser humano. Es una dinámica cuyo propósito no está garantizado, pero para nada paralizado, no se detiene. 

El hospital contemporáneo más avanzado puede contar hoy con un impresionante arsenal de posibilidades no solo para afrontar la enfermedad, sino para mostrar la sinergia conveniente entre las diversas profesiones sanitarias que cumplen un papel en la atención al paciente que yace hospitalizado. Y dicho saldo se evidencia in crescendo lo que supone pensar en una existencia cada vez mayor de recursos para enfrentar la enfermedad y procurar salud, cabe decir, la razón del sitio al que sin querer, pero inexorablemente nos aproximamos todos: el hospital. 

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