Perspectivas del hospital

Los futurólogos suelen caer en descrédito y muchos ya han cerrado el chiringuito. En el hospital, las cosas suceden hoy cuando se esperaban mañana, incluso lo sorprendente puede garantizarse en medio del vértigo que impone una dinamica hospitalaria, no pocas veces contraproducente con el propósito implícito de sosiego que se procura de la actividad hospitalaria. En dicho contexto no deja de ser arriesgado formular algunas ideas sobre el futuro del hospital para la clínica.
Una primera premisa por la que apostaríamos es que asistimos a una compleja realidad hospitalaria que viene evolucionando desde aquellos cambios que sucedieron al agotamiento del hospital caritativo medieval y del hospital que se abría a lo científico del siglo XIX, hasta el actual hospital de derechos, llamado por algunos autores como el hospital bioético, apuntalado en la emergencia inter y multidisciplinar, de asuntos como la autonomía y la justicia en el ámbito sanitario. Al tiempo que la irrupción de la gerencia hospitalaria y el paradigma de la calidad del servicio y su viabilidad financiera, donde la convergencia disciplinar del conocimiento y el uso de la tecnología, en realidades, acciones y circunstancias diversas, se fraguan en una cotidianidad que cerciora inequidades y por tanto exige dignidad humana ante el vertiginoso desarrollo de lo mercantil y técnico.
Desde aquel tiempo medieval el hospital está cambiando y los desplazamientos de dichos cambios se registran cada vez más con mayor velocidad. Seguirá el hospital esa senda, acaso la forma de asegurar su utilidad institucional, y por tanto vigencia, en la sociedad. Destaca la indetenible la tecnología y la epistemología que se yergue y amplía en torno a las denominadas disciplinas sanitarias. Otros nombres la encajan: biotecnología, biomedicina, tecnomedicina. Y lo epistémico es reconocido aquí como todo el tráfago de conocimientos que un día sí y otro también se viene produciendo en torno al sustrato que abona a la praxis clínica que se ejerce en el nosocomio.
Entre el conocimiento y la técnica se erige un mundo de complejidad cuyo trayecto puede ser avizorable en el hospital para la clínica. Seguirá la industria para lo biomédico y la farmacológica, por citar sólo dos afanes tan íntimamente ligados, en la inveterada carrera por destinos que, como celosos ingenuos, ni imaginamos para el diagnóstico, pronóstico y tratamiento. Al hospital le seguirá siendo íntima y necesaria la clínica como dinámica, metódica y relación, para otorgarle sentido diario a su misión: cuidar y curar al enfermo, ante la realidad de la enfermedad y la necesidad de salud.
Las enfermedades, por ejemplo, en el primer cuarto de siglo XXI, lejos de desaparecer al ritmo de su aparición, se renuevan y aumentan y seguirá siendo necesario el hospital como recinto para cuidar y curar, sin excluir otras opciones para la atención de la enfermedad. El extraordinario salto en la teoría molecular permitirá llegar a la enfermedad desde su base más pequeña conocida. No obstante, ello no implicaría la desaparición de la clínica, sino acaso su renovación, en noción y procesos.
La biología, ciencia de la que abreva la medicina, ha sustituido paulatinamente a la física y la química como ciencia predominante, al menos, en los paper científicos. Se publican en revistas científicas tres paper sobre biología por uno de química o física. Este predominio de lo bio, proseguirá en el breve y mediato lapso, con su influencia en la clínica en el hospital como un rasgo distintivo en su devenir. Tener certezas diagnósticas y pronósticas desde lo genético, implicaría un mayor campo de predicción y, en consecuencia, valoraría mucho más sistemáticamente la clínica preventiva. El pronóstico recuperaría algo de su territorio respecto al hoy predominante diagnóstico.
Más que anuncio, realidad, lo constituirá en el devenir la sugerente y atractiva miniaturización de los elementos para la clínica y la posibilidad de llevar a data todo lo que ocurra en torno a la enfermedad, quizá sin tiempo para el enfermo como otrora postulaba Sydenham. Diagnósticos y tratamientos mediante nanopartículas o nanorrobots, parecen ser la promesa ineludible de la llamada nanoclínica, volcada en su abrevadero de la vertiginosa nanotecnología. Sumado a la realidad de la clínica telemática se configura un cambio radical tanto en los procesos hospitalarios como en las relaciones clínicas. La miniaturización y virtualidad, es un recorrido por el que se apuesta fuerte en los predios de la innovación de la prestación de servicios de salud, especialmente en el diseño y operatividad de los llamados hospitales inteligentes.
Lo esbozado implica datos que informan, buscados y encontrados en el menor tiempo posible y desde el dispositivo más pequeño conocido, cabe decir, los tiempos para diagnóstico, pronóstico cambian y el intermediario entre enfermedad y paciente puede ser sustituido por un adminículo capaz de ser tan certero que abruma. La cada vez mayor disponibilidad de datos de salud individuales, por ejemplo, junto con las técnicas de análisis conocidas como “big data”, tenderá a delinear, buena parte de la actividad en el hospital.
Un mayor nivel de información permitirá el avance de la medicina de precisión, con cuidados y tratamientos más personalizados. El paciente cada vez más informado –o desinformado, según sea el caso- requerirá acceso y control sobre su información, acorde a sus necesidades. Las herramientas informáticas contribuyen al empoderamiento del paciente. Aunque dicho poder, aún asimétrico y desigual, cuando no generador de equívocos, responden a la necesidad de información y lo transforman en un agente activo de su cuidado. A su vez, estas herramientas facilitan la retroalimentación, la creación de redes y la optimización de recursos. El propio paciente será quien genere gran cantidad de información mediante el uso de tecnología móvil, biosensores y herramientas de automonitoreo que permitirán el seguimiento y registro de estos datos.
Es de esperar que las fuentes de información se multipliquen, lo que hará necesaria una infraestructura que aumente la capacidad de almacenamiento y gestión de datos del hospital. Será vital identificar la información que sea realmente necesaria, de calidad, correcta y útil para la toma de decisiones. Para lograr esto existen actualmente, y en continuo desarrollo, diversas herramientas de “big data”, minería de datos y sistemas de inteligencia artificial capaces de sintetizar y priorizar información. Sumado a ello, las herramientas de usabilidad permiten que tanto profesionales de la salud como pacientes puedan tener una visualización y manejo adecuado de la información.
Mantener la seguridad de la información de cada paciente será tan importante como el paciente mismo, lo que priorizará así el uso adecuado y el balance accesibilidadseguridad y confidencialidad de la información. Surgirá con fuerza la necesidad ineludible de adoptar el consentimiento informado para cualquier procedimiento intrahospitalario y en salvaguarda de la privacidad del paciente, y estarán formulados por equipos sanitarios multidisciplinarios. Además, se deberán extremar los recaudos para que las mismas no se utilicen como un elemento para discriminar al individuo en función de sus datos.
Otra realidad significativa de las nuevas herramientas en la clínica hospitalaria ocurrirá en el ámbito del tratamiento. La denominada medicina de precisión que conjuga la variabilidad genética individual, el entorno y los estilos de vida de cada persona además de información obtenida de los dispositivos de captura móviles y biosensores podrán, seguramente, acertar en cambios en el tratamiento.
El estudio preciso de los factores que influyen en la salud permitirá diagnósticos más certeros, estrategias más racionales de prevención de enfermedades, una mejor selección del tratamiento y el desarrollo de nuevas terapias. Los tratamientos “a la medida del paciente” suponen el viraje de un modelo deivo a un modelo predictivo de enfermedad y del riesgo. Para implementarla, será necesaria la inclusión de información como antecedentes familiares, socioeconómicos, ambientales, conductuales y de estilo de vida. Las terapias avanzadas aportan un nuevo concepto de medicamento personalizado de origen autólogo, alogénico o xenogénico, basado en células (terapia celular), genes (terapia génica) o tejidos (ingeniería tisular), que, junto a los nanosistemas, ofrecen avances en el diagnóstico, la prevención y el tratamiento de enfermedades. En esta revisión se describirán los fundamentos y campos de actuación de la terapia celular, génica y nanomedicina.
En el ámbito de la espacialidad del hospital también ocurrirán cambios al ritmo de las nuevas tecnologías. Será mayor descentralización de los servicios que algunos llaman la microespecialización de unidades clínicas. Una razón económica también en este campo parece imperar. Mediante el sistema actual, se ofrecen servicios de alto costo centralizados y supervisados por grandes y complejas instituciones. En cambio, el modelo de economía compartida llevará a los profesionales especializados a su entorno más cercano, superando obstáculos de acceso al cuidado de la salud, brindando una atención de calidad. La descentralización de servicios alentada también por las tecnologías móviles dotadas de inteligencia artificial: la telemedicina misma, algoritmos, impresión 3D, sensores biológicos. Estos dispositivos catalizarán buena parte de los servicios clínicos del hospital occidental, revelando, por una parte, avances, y en otras, rezagos hasta patéticos que harán cuestionables las políticas públicas en materia sanitaria de los Estados.
El hospital para la clínica prevalecerá un tiempo más, aún indeterminado. Lo avizoramos prolongado, a riesgo de pecar de ingenuos. Un poco por pernoctar en la idea-fuerza de que el componente clínico de humanismo para afrontarse en ese trayecto que aún llaman enfermedad, seguirá siendo realizado por personas, acaso falibles y gravosas, pero personas, al igual que otras personas que enferman y acuden al hospital. Si bien la clínica en el hospital amerita -y mucho- de la técnica para la clínica y su vertiginosa epistémica, prevalecerá cierta necesidad de que dicho nexo entre personas (profesionales sanitarios) que atienden personas (pacientes o cualquier otro sustantivo que lo nombre) siga procurándose en el hospital un lugar aún propicio.
Todo ejercicio de prospectiva puede pecar por exceso o carencia de vaticinios. Se suma al pecado la preocupación por las notables asimetrías existentes en hospitales del mundo occidental, donde la técnica y hasta la viabilidad funcional misma denuncia rezagos insospechados por carenciales. Pese a ello, procesos vigentes en la clínica hospitalaria (ingreso, hospitalización, egreso, diagnóstico, pronóstico, tratamiento) seguirán siendo segmentos importantes y hasta imprescindibles en el funcionamiento y resultados del nosocomio contemporáneo. Cabe decir, el histórico recorrido de funcionamiento del hospital, para que, en su interior, sea hospicio adecuado para atender la osadía de la enfermedad y procurar la salud.
Existen pocas dudas para negarle al futuro su aspecto prometedor y que, en consecuencia, se registrarán avances hospitalarios importantes. Pero este progreso traerá consigo varios interrogantes y cuestiones éticas por resolver. Puntualmente, se requiere un equilibrio entre la innovación y las demandas de los consumidores, por un lado, y los marcos regulatorios y de calidad por el otro. Los esfuerzos deberán dirigirse a traspasar las barreras organizacionales (rediseño de procesos clínicos), económicas (formas de pago y reconocimiento a los profesionales involucrados), y legales (determinación de responsabilidad, de acuerdo con la normativa de cada país), ya que son estos aspectos los que actualmente limitan su implementación y no tanto los tecnológicos, lo cual quedó evidenciado en la reciente aceleración en la trasformación digital desarrollada como respuesta a la pandemia del SARS-CoV-2.
En dicho recorrido evolutivo está implícito el riesgo mismo de despojar a los quehaceres en el hospital del contenido de servicio humano que debe caracterizarlo. Habrá matices en apreciar los pasos del hospital hacia el futuro, subyace sí, cierta turgencia de una necesidad de reflexionar en el propósito presente y devenir de la institución. La humanización del hospital, esto es, la prevalencia del ser humano y su necesidad de salud, por encima de lo meramente tecnológico o instrumental, no es, ni mucho menos, incompatible con la visión de avance disciplinar que convergen en el hospital, faltaría más, es la necesidad de procurar siempre esa coexistencia de sensibilidades entre quienes procurar la preminencia de una cosa o la otra. Coexistencia necesaria aún más si es el ser humano el fin último, en lo que será en perspectiva una de las escópicas donde hay y habremos de fijarnos para apuntalar o no la vigencia del hospital como institución al servicio de la sociedad, de donde emerge el íngrimo enfermo.