Noxa congénita

Finalmente, queda el apartado más difícil: el de las enfermedades degenerativas y traumáticas; aunque el ritmo de vida actual haga más difícil prever su desaparición, en modo alguno puede excluirse que una correcta reorganización de la sociedad, con amplia actuación de los poderes públicos, pueda ocasionar un cambio en este aspecto.
Nada impide pues, al parecer, que sea posible la liberación significativa de la enfermedad. Así mismo, frente a la razonable esperanza por vencer la enfermedad, no menos razonable es el uso del sentido común frente a lo insondable, puesto que la historia enseña que en el seno de esta ilusión surge violencia por doquier; un auge universal en el consumo de drogas o un aumento espectacular de las lesiones o muertes violentas en accidentes laborales o de tránsito o por acciones de venganza o prácticas deleznables como el terrorismo.
Aparecen a finales del s.XX y comienzos del s.XXI, enfermedades virales como la renovada gripe, con muchas mutaciones virales, cuestión que hace que la vacuna contra su principal agente causal, el hemophilus influenza, tenga que repotenciarse año tras año. Enfermedades virales que se creían controladas vuelven por sus fueros al igual que los llamados retrovirus, y nuevas presentaciones de los antiguos coronavirus (ahora en formas de origen de carácter zoonótica, como la gripe aviar H5N1); así como enfermedades causadas primero por virus y luego por la bacteria, donde se revela la resistencia bacteriana a los antibióticos, incluso como problema de salud pública mundial.
Se ha internalizado que toda sanidad decente procura siempre educar a la población para hacerla sensible a aquellos trastornos que aún no le producen ningún síntoma; es necesario que el sujeto que se cree en buena salud sepa reconocerse enfermo si al someterse a una prueba de cribaje, ésta le descubre alguna alteración. Este aserto con más pena que gloria recibe ahora la “ayuda” de la interconectividad de redes sociales que igual difunden, de acuerdo a sus intereses, una mentira que una verdad, que, en materia sanitaria, casi es una tragedia. De todo ello se deduce que el mundo de los “nosotros los enfermos” aumentará. Por el camino del diagnóstico prenatal o preconcepcional podrá incluso llegar a identificar la probabilidad de desarrollar determinada enfermedad a los diez, veinte o cuarenta años de vida. Literal, se descubren enfermos que ignoraban serlo.